Ni aquello era una pipa ni esto es un huerto
En Julio de 2013 y con motivo de nuestra participación en Scarpia XII invitamos al sociólogo Ángel Ramírez a que escribiese unas líneas sobre #UrbanismoDeBarrio y el huerto Fuensanta. Su visión nos gustó tanto que hemos querido compartirla con todos vosotros en nuestra web. Podéis seguir leyendo a Ángel en su blog Córdopolis: ‘La caraba’
Ni aquello era una pipa ni esto es un huerto
Si a algo nos ha enseñado la modernidad es a desconfiar. El relativismo primero, los significantes y significados lacanianos después, y la dimensión performativa de la comunicación y del propio sujeto finalmente, han convertido el mundo en una adivinanza constante.
Nada es lo que parece, aunque en los últimos años España parecía inmersa en un ilusorio realismo. La salud eran los despachos de los médicos, la libertad las carreteras y la cultura los centros de exposiciones. Recuerdo las explicaciones del arquitecto y urbanista Oriol Bohigas sobre las intervenciones en la Barcelona del 92 y todo eran símiles orgánicos, regeneración de tejidos, by pass, intervenciones quirúrgicas, abandonada ya la pretensión de una ordenación omnicomprensiva y detallada. Tras una dura historia los españoles querían tocar todo aquello que se les había negado, y manifestábamos una confianza ciega en “todo lo que era sólido”.
Eso ya es remoto pasado, y la crisis y el escepticismo han convertido el urbanismo actual en algún tipo de magia. Se trata de producir salud sin centros de salud, empresas sin despachos y placas en la puerta, una ciudad invisible y real que habite en nuestra imaginación y por ello sea más capaz de hacernos felices. Que dentro de un programa denominado Urbanismo de Barrio se ponga en marcha un proyecto de huerto urbano es hiperrealismo puro, y tanto lo es que mueve a la sospecha. Fueron los vecinos que se involucraron los que decidieron hacer esto y no otra cosa en el solar (UB partirá siempre de un solar) del antiguo cine, pero imagino que a Javier y Magda (que dicen que son arquitecto e ingeniera informática) les pareció una tapadera perfecta para su experimento, porque al igual que aquello no era una pipa, esto no es un huerto.
¿Y qué es entonces? Quizás una incubadora de proyectos, la mayoría en potencia o tácitos. El proyecto de dar autoestima a Juan, parado de larga duración; aprendizaje para montar un huerto profesional a Gema y David; el de ganar un sitio en la comunidad a los jubilados Jorge y Antonia; el de aprender a mirar y rememorar a la abuela del pueblo de Susana. El huerto de la Fuensanta al final es crear un estado de ánimo, una forma de hacer, unos cuantos principios que garanticen que surgen propuestas y encuentran un entorno amigable y de confianza. La confianza, la base de los desarrollos exitosos, según muchos teóricos del capital social. Pues quizás sea eso, sí, Urbanismo de Barrio es un dispositivo de producción de confianza.
Ángel Ramírez, sociólogo